sábado, 28 de febrero de 2009

"Bodas de oro" memorables en la Quinta Vergara


El Festival Internacional de la Canción de Viña Del Mar logró romper con la mala racha de años anteriores, y volvió al sitial de honor internacional que había perdido en ediciones pasadas. Felipe Camiroaga y Soledad Onetto brindaron la cuota de elegancia, elocuencia y una correcta animación, que fue afirmándose con el paso de los días arriba del escenario de la Quinta Vergara. El festival, por ser uno especial, incluyó el merecido homenaje al eterno, Antonio Vodanovic, que, con una alocución emocionante, llenó a Viña de recuerdos y aplausos que se guardaron para el animador por 5 años, desde su última aparición en la Quinta. Los puertorriqueños se robaron el protagonismo, ya que sendas actuaciones de Luis Fonsi, Daddy Yankee y Marc Anthony, fueron, junto a Simply Red, Juanes y Santana, los artistas que le subieron el perfil al Festival y extasiaron a un monstruo cada año menos exigente, que disfrutó de principio a fin, un repertorio digno de una celebración de 50 años de existencia.

La primera jornada partió con nerviosismo. Los anfitriones, Onetto y Camiroaga, comenzaban a tratar de conquistar al monstruo, que los agasajó con aplausos y la clásica petición del beso que nunca llegó. Joan Manuel Serrat, una leyenda española viviente, con más de 40 años de trayectoria y 60 discos editados, abría el Festival. El ibérico brindó un show con sus más grandes clásicos, llevando la nostalgia y el recuerdo al escenario de la Quinta, testigo de tantas interpretaciones que fueron ovacionadas por un público que se rindió a los pies del poeta español. Camila sentó definitivamente el patrón de las canciones de amor en la primera noche, y junto a sus mejores temas, enamoró a las mujeres que no paraban de corear y gritar por el trío mexicano que se ha hecho un nombre en el concierto internacional y que vinieron a consolidar a Viña del Mar sus pergaminos. Pero la noche no podía cerrarse de otra forma, ya que el sound y la cumbia se instalaron en las gradas y al ritmo del conjunto chileno sensación del momento, La Noche, la Quinta se vino abajo, despidiendo una jornada redonda, romántica y llena de música al más puro estilo de los reyes de la bohemia nacional.

De ahí en más, Juanes desinhibió completamente a la Quinta, y brindó un show a la altura de un artista con reconocimiento internacional, que incluye en su repertorio, varios Grammys y millones de discos vendidos en todo el mundo. No sería hasta la presentación de Santana, que el monstruo olvidaría la inmejorable puesta en escena del colombiano, ya que el guitarrista más connotado de latinoamérica, brindó sus mejores acordes y su talento intacto arriba del escenario, dejando en segundo plano sus 63 años, que comienzan a marcar la despedida del astro mexicano tras décadas de éxitos y la innegable huella que dejó y dejará en generaciones en todo el mundo. El humor, escaso por decirlo menos, estuvo bien evaluado gracias a la convincente presentación del dúo chileno, Dinamita Show, que rememoró su paso arrollador por Viña en 1996, que trajo de vuelta todo su humor, talento y entrega, demostrando que sus dotes seguían intactos, algo que el Monstruo supo apreciar, riendo de buena gana y avalando la irreverencia del "flaco", y la irónica seriedad del "indio".



Simply Red, el conjunto británico que al fin llegaba a Chile, tras varios intentos fallidos por tenerlos en la parrilla festivalera, respondieron con creces a las expectativas de su aparición en la Quinta Vergara. Con sus grandes éxitos, como "Sunrise", "Stars" y "If you don´t know me by now" entre tantas otras, hicieron de la noche, una mágica, algo que el público no podía pasar por alto, coreando cada frase, y molestándose cada vez que el pelirrojo del grupo se despedía. Finalmente, cuando Simply Red dejaba el escenario, el Monstruo apareció como nunca antes lo había hecho en todo el festival, exigiendo de Camiroaga y Onetto, su profesionalismo y capacidad de contener al público desbordado por la emoción por uno de los números más destacados del certamen. Y el italiano Paolo Meneguzzi tuvo que afrontar esa situación y presentar un par de canciones entre el grito de las mujeres y los reclamos ensordecedores del resto de los asistentes que querían más de Simply Red y sus clásicos, pero no había nada que hacer. A su vez, sin pena ni gloria se fue el segundo y último número de humor, Manpoval, que de igual manera, tuvo que lidiar con las secuelas de estar detrás de la banda inglesa de pop, dejando el paso a los reggeatoneros, R.K.M. Y KEN-Y, que sí dieron con la receta para "domar" al monstruo y hacer de la Quinta, una verdadera fiesta que contó con las mejores letras de los puertorriqueños, siendo un apronte de lo que sería el show del autodenominado rey del reggeaton, Daddy Yankee.

Pero faltaba todo el romanticismo y el carisma del puertorriqueño, Luis Fonsi, que con una carrera consolidada a nivel internacional, controló y gustó al público desde su primera interpretación, hasta su aclamada despedida, con antorcha de plata y oro y Gaviota de plata incluida, algo que repitió luego de su correcta presentación unos años atrás, donde de igual forma, se llevó todos los premios del Monstruo que no se resiste a la fórmula mágica del amor y el romance en su máxima expresión. La penúltima noche no la podía cerrar otro que no fuera el reggeatonero más exitoso de los últimos años, y que en esta versión del Festival, quería retomar su éxito con la "Gasolina" del 2006, y llevarse el 2009, todo el ruido del monstruo cantando a más no poder, "Ella me levantó", "Pose" y tantas otras. Daddy Yankee situó su número como uno de los mejores y más encendidos shows del Festival, demostrando todo su talento como reggeatonero y contagiando a la Quinta que se rindió a los pies del caribeño, que mezcló clásicos de antaño, junto con sus más recientes producciones, receta lógica y exitosa que le valieron todos los premios, incluida la Gaviota de Plata, aunque el público quiso darle la de oro, el galardón dejó de existir hace algunos años.


La noche de cierre, fue más tempranera que de costumbre, aunque de igual forma, el romántico trio chileno, Natalino, prendió la fría noche viñamarina, que coreó las canciones más conocidas, entre las cuales, se destacó, "Desde que te vi", éxito radial durante varios años, y que ayudaron a la consolidación de los chilenos, que de aquí en más, esperan lanzar su carrera internacional. Y por si fuera poco, un puertorriqueño hizo gala de toda la salsa que lleva en la sangre, para despedir el festival de manera magistral y memorable. Marc Anthony, llegó hasta Chile sólo para dar el número final del Festival, y al ritmo caribeño que lo caracteriza, hizo vibrar a la Quinta como pocas veces se ha visto, que en todo caso, quedó con gusto a poco, ya que el intérprete de "I Need To Know", se fue más temprano que tarde, aunque de todas formas, se llevó consigo las antorchas y la Gaviota de Plata, reconocimiento que mereció desde que pisó el escenario.

A pesar de las críticas por algunas presentaciones, la falta de glamour, shows tildados de "freaks", como el de Leonardo Farkas, y escaso humor presente en Viña, los 50 años de existencia del Festival se vivieron en grande, dejando cómo única opción al Monstruo, aplaudir de pie, no sólo los números artísticos en la Quinta, sino también, todo el esfuerzo que hizo el Comité Organizador, por brindar un Festival memorable en tiempos difíciles. Así y todo, la Gaviota voló alto, y encumbró al Festival, como uno histórico, apetecido y aclamado en toda latinoamérica, que disfrutó de un certamen escrito con tinta dorada.

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