jueves, 2 de junio de 2011

Piñera en caída libre


Los resultados de la encuesta Adimark que dejaron al presidente de Chile, Sebastián Piñera con un 36% de aprobación y 56% de rechazo, fueron un coletazo del cual será muy difícil reponerse. Ni el discurso del 21 de mayo plagado de protestas y vacíos fueron suficiente para doblegar la tendencia a la baja que tiene el mandatario.


La última vez que tuvo una evaluación positiva fue el año pasado, cuando los 33 mineros lograron salir con vida de la mina San José, espectáculo que millones de personas vieron, transformándolo en una victoria política para el empresario.


El apoyo indeclinable al polémico Hidroaysén, el desencuentro con los estudiantes, el fallido discurso del 21 de mayo y sus declaraciones contradictorias le valieron la condena popular, que hoy clama por nuevos vientos políticos.


El único consuelo del Oficialismo tiene dos vertientes. La primera es que nadie pide el regreso de la Concertación, que vive desencuentros que simplemente no gustan a nadie y poco y nada producen para buscar su vuelta a la Moneda.


El segundo factor es que la Derecha tiene un candidato presidencial potencial hacia el 2014. Se trata del biministro Laurence Golborne, que desde el rescate de los 33 mineros atrapados en San José, el acercamiento con la gente lo elevó a un sitial del cual no se volvió a bajar, incluso después de Hidroaysén, y aunque bajó en las encuestas, sigue siendo uno de los políticos mejor evaluados en la actualidad.


A Piñera le quedan poco menos de 3 años de mandato, tiempo en el cual buscará retomar la senda de la popularidad, cumplir sus promesas y por sobre todas las cosas, ser consecuente en su discurso, un déficit político que la Concertación no ha tardado en sacarle provecho, desencantando a los más esperanzados y llamando a las nuevas fuerzas políticas que aguardan su oportunidad.

jueves, 3 de marzo de 2011

Inconsecuencia pura


“Veo de lejos lo que tú no ves de cerca” me chocó y me inspiró. Pensé en las cientos de personas homosexuales que “temblaron” cuando veían cómo los humoristas que pisaban el escenario del Festival de Viña lo transformaban en una vitrina de homofobia.

Miles de personas disfrutaron del show de Mauricio Flores y de Óscar Gangas, quienes acudieron al bajo recurso de burla absoluta a las minorías sexuales, un “espectáculo” reprochable que se veía en gran parte de Latinoamérica, fomentando menosprecio, discriminación y una realidad que hemos construido a punta de golpes sociales a los homosexuales.

No me gustaba ni me gusta demasiado la música de Calle 13, pero la noche que le tocó actuar, que coincidió con el show de Mauricio Flores, me quedé sorprendido de lo que se atrevió a hacer y más específicamente a decir: “No me gustan que se rían de los homosexuales”.

Entre aplausos y murmullos, la gente sabía que estaba en lo cierto, pero con algún grado de remordimiento por haberse reído a carcajadas hace unas horas atrás y haber premiado la rutina más homofóbica del último tiempo, algo que a esta altura, no debiera ser aceptado en un festival del calibre del de Viña del Mar.

Rápidamente los aplausos se transformaron en conciencia, en una oportunidad para dejar el rechazo y la homofobia, que destruye sociedades y fomenta la violencia, absolutamente innecesaria y sin sentido.

Nadie dijo nada cuando se mofaban de los homosexuales; ¿pasaría lo mismo si se rieran del abuso infantil, del holocausto o de la desgracia de Haití? No estoy seguro.

martes, 1 de marzo de 2011

El eterno debate de Dios


Ya no podemos compararlo con la discordia entre la gallina y el huevo. La ciencia ya comprobó que la gallina fue primero porque la pata posee un componente que es necesario para la creación del huevo. Se demostró y se acabó el debate. ¿Y Dios?

Hace dos mil años un “loco” cumplió 30 años y comenzó a predicar que era el profeta, el hijo de Dios, enviado para salvar al pueblo y guiar al mundo desde entonces. Lo mataron, “resucitó” y nos dejó, prometiendo volver. Hasta hoy, no ha ocurrido y hasta hoy, no se ha comprobado nada más que la existencia de un hombre que se llamó Jesús y que muchos lo siguieron hasta el último día.

Mucha agua debajo del puente ha pasado en estos dos mil años. Guerras, religiones para todos los gustos, discrepancias de interpretación y una fe tan ciega como la misma creencia, basadas en un libro que se denomina sagrado por poseer la palabra del señor, pero que fue escrita por hombres, imperfectos de por sí, y que ha pasado por muchas manos y más de una tergiversación.

En el nombre del señor se han hecho barbaridades y buenas acciones. En el nombre del señor se ha asegurado que existe un paraíso y un infierno, que si crees en Dios, la existencia del Diablo es bastante probable, y que el Juicio Final vendrá, aunque dos mil años después seguimos a la espera de ese gran día.

Hay tantos creyentes que son absolutamente negados a estar equivocados, pero lo que no ven es que se trata de una creencia cultural, que si no hubiese sido por la llegada de los españoles, que exterminaron y violaron a las culturas americanas que habitaban antes de su arribo, nunca hablaríamos de Dios, sino de Dioses, no seríamos supuestamente monoteístas, sino politeístas, y que el Dios Sol sería el tema central de conversación, donde aseguraríamos que milagros que han pasado por nuestras vidas nos han comprobado que el Dios Sol sí existe.

Estamos solos. No sólo porque no hay nadie que me pueda explicar con lógica la existencia de Dios, sino porque existe una contradicción tan horrorosa que ponemos al hombro de ese ser Todopoderoso las cosas buenas pero todo lo malo pasa a ser nuestra culpa.

La ciencia por su lado, ha ido demostrando con los años y con poco tiempo de tecnología de primera a mano, los enigmas que el humano se ha planteado, y su ambición crece rumbo a descubrir cómo el mundo fue creado, descartando de plano que un ser que nunca nadie ha visto haya hecho la tierra en siete días.

Me llaman niño e ingenuo por creer en Papá Noel, un mito que cuenta cómo un hombre reparte regalos por el mundo abordo de un trineo y depositando los mismos por la chimenea, o al decir que creo en el ratoncito que me deja dinero cuando pierdo un diente. ¿Por qué no dicen lo mismo de aquellos que confían en un hombre que supuestamente caminó por el agua, multiplicó la comida, convirtió el agua en vino y resucitó después de ser asesinado?

sábado, 26 de febrero de 2011

A un año del terremoto, estancados en el partidismo


Un cero a la izquierda, escasos avances, promesas incumplidas, abandono y miseria, todo reunido en un solo país, a un año del cataclismo que lo destruyó y que hoy, tiene a miles de sus ciudadanos hundidos en la desesperanza y en el olvido casi absoluto de las autoridades.

Chile comenzó bien. Millones de pesos de la mano de Don Francisco y con el abrazo efusivo entre Michelle Bachelet y el presidente electo Sebastián Piñera. Decayó todo, se fue la prensa y la “normalidad” del país retornó, como si la devastación del terremoto y el tsunami que lo secundó nunca hubiesen existido, y los “zafradas” nunca hubiesen tenido que ver con horror cómo su hogar y su ciudad estaban en ruinas.

Llegaron los mineros y Chile fue el centro del mundo. Los 33 hombres que quedaron atrapados a 700 metros de profundidad lograban sobrevivir y salir por la cápsula Fénix, transformada en una verdadera celebridad. Piñera volvía en gloria y majestad con una victoria más política que social.

Los “chi chi chi, le le le” se oían en países que en su vida habían escuchado de Chile, con 33 héroes y un hombre que se paseaba por sus giras con el papel que simbolizó todo el proceso: “Estamos vivos los 33”. Fue tanta la exposición, que la Primera Dama “metió la pata” y le pidió ante las cámaras que dejara de mostrarlo. Hasta ahí llegó el famoso papel.

La Concertación, la nueva “oposición” después de 20 años, comenzaron a buscar los surcos de una gestión que tocó la cumbre con los mineros y vio cómo su popularidad se esfumaba por sus políticas de reconstrucción, que poco y nada han hecho por las zonas más afectadas como Dichato, Constitución, Iloca y Talcahuano.

Piñera no se enfocó en una reconstrucción a largo plazo, sino que se dedicó a ser político, a ver partidos de fútbol con gente que vive en mediaguas, a visitar a “Zafrada” para regalarle una frazada y una pelota, en medio de una tensión evidente y un descontento que se propaga rápidamente ante el difícil escenario que se avecina para los que aún siguen sin hogar.

El invierno está a la vuelta de la esquina, miles de chilenos viven en la incertidumbre y con la impotencia propia de ver cómo se anuncian soluciones y se prometen milagros, siendo que la realidad es un escenario completamente diferente.

¿Hasta cuándo? El sentido común, el ímpetu por ayudar a los que lo necesitan y el afán por hacer partidismo, tienen la palabra.

jueves, 24 de febrero de 2011

Gaddafi es humorista


Dueño de la revolución. Responsable por su pueblo. Víctima de Bin Laden. Una afrenta sin precedentes para Libia. Todas las anteriores utilizadas como argumentos por el coronel Gaddafi, presidente “vitalicio” de Libia, que puja para mantenerse en el poder, en el cual está desde 1969, y así evitar el efecto Egipto en un país cansado de la represión y esperanzado en encontrar el camino hacia democracia que está a la vuelta de la esquina, flanqueada por un solo hombre que poco a poco, se queda sin aliados.

Obama lo llamó “un baño de sangre” y en simples palabras lo es. Ordenó bombardear a su propio pueblo bajo el argumento de que están controlados por el efecto de las drogas y por grupos terroristas como Al Qaeda, cuando el único que debe irse y el único terrorista no es más que él mismo, cegado por su sed de poder interminable y negado a caer por voluntad popular.

La oposición comienza a apoderarse del poder y acorrala al excéntrico Gaddafi a un final con anunciado desenlace; sólo es cuestión de tiempo.

Cayó Mubarak, caerá Gaddafi y de corazón, que caigan todos y cada uno de los dictadores declarados y disfrazados, opresores de la libertad y del humanismo, contrarios a la expresión y a la democracia, que aunque muchos lo tilden de quimera, es un inicio mucho más próspero que el bombardeo de sangre y terror, una violación que jamás puede ser aceptada.

Hasta siempre, Gaddafi.