viernes, 13 de marzo de 2009

Anónimo de la vida, famoso por el morbo, símbolo de lucha


Esta noche no fue una cualquiera. Ocurrió un accidente automovilístico justo afuera de mi casa. Sí, los accidentes pasan todos los días, pero este fue especial, porque fue tan repentino y tan impactante y cercano, que mi curiosidad me superó y salí a averiguar que había ocurrido realmente.


Al llegar al lugar, me percaté de dos autos destrozados, una multitud que se agolpaba con mayor fuerza a medida que pasaban los minutos y los clásicos curiosos, entre los que me incluyo, que sólo miraban y estorbaban el trabajo de los policías, la ambulancia y los rescatistas.


Pero lo más memorable de la noche, en el mal sentido de la palabra, fue el momento en que divisé una figura totalmente descompuesta, con su cabeza girada hacia el otro lado, y su cuerpo doblado, lo cual me confirmó que se trataba de un ser humano o muy grave, o muerto. Me acerqué un poco más, y aclaré todas mis dudas, ante la mirada atónita de las personas que lo rodeaban. Por un momento pensé en advertirles que se alejaran para que la ambulancia llegara y pudiera tener espacio, pero era demasiado tarde. Fue una muerte casi instantánea, un suspiro entre la vida y la muerte, un segundo entre su noche rutinaria trabajando como motorista, y el silencio eterno.


El reloj marcaba las 12:30 de la mañana y la tensión subía en la Lincoln. Los familiares, se notaban a leguas, dada su cara de desesperación e incertidumbre, preocupados por el estado de sus hijos. Los policías recababan datos y testimonios para entender la secuencia de los hechos, y no faltaba el ubicado que llegaba con cigarrillo y trago en mano, como si estuviera llegando a la nueva atracción de la noche.


Hasta que apareció el respeto. Una mujer, de alto rango policial, cubrió la cara del hombre muerto con una polera, desatando el murmullo de la gente que aun tenía ganas y batería para seguir filmando el desfigurado rostro de aquel individuo que sin enterarse, era toda una celebridad.


Sin el rostro descubierto, el cuerpo del único asesinado en el acto, dejaba de ser el centro de atención, y los ojos se tornaban hacia la extracción de los jóvenes que aun permanecían en el interior del automóvil. Aunque se encontraban graves, su recuperación es algo probable, pero más de un susto hicieron pasar a sus familiares, que de seguro querrán mantener el máximo tiempo posible hospitalizados a sus hijos, ya que la pesadilla se prolongará más de lo esperado, cuando tengan que afrontar lo sucedido, y asumir la responsabilidad de haberle quitado la vida a un ser humano que estaba trabajando, mientras ellos arriesgaban todo por una carrera, conscientes de toda la inseguridad y riesgo propio y ajeno que ello acarrea.


Y aquel hombre se fue. De seguro sus familiares se irán enterando con el paso de las horas, y esta noche, no será una cualquiera para ellos, porque han perdido a su padre, a su hijo, a su esposo, a un ser humano. Más aun, esta noche no será olvidada por quienes pudieron ver sus ojos y saber que ya no estaba presente, perdiéndote en su mirada desorbitada en la oscuridad de la muerte, sin rumbo aparente.


Famoso por unas horas, aquel hombre fue presa fácil de una instantánea de gente que no se detuvo a pensar en el escenario del cual era parte, uno trágico, que enseña por qué hay que ser más cuidadoso y sobre todo, saber valorar, y respetar la vida propia y la de los demás. Famoso por unas horas, fue un ser humano que se une a la lista de los que caen en el lecho de la muerte por actos condenables, evitables y completamente injustificables. Famoso por unas horas fue este ser anónimo, que esta noche salió de su casa como tantas jornadas, sólo que en esta oportunidad, no habría retorno, sólo habría una despedida final que nunca llegó.

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