Infidelidades, supuesto dopaje, pérdida de patrocinadores y todos los chismes que pudieran imaginarse, rodean al mejor golfista de la actualidad, Tiger Woods, quien reconoció haber tenido relaciones extramaritales en los últimos años, desatando una verdadera batahola de rumores en torno a su vida privada.
Las apuestas de medios escritos, radio y televisión han ido más allá, sosteniendo que el deportista más millonario del mundo ha tenido cerca de nueve amantes y muchos encuentros casuales con prostitutas y con lo que ellos llaman, “damas de compañía”.
A ello se le suma una crisis con sus patrocinadores, quienes o han roto los lazos comerciales que mantenían con Woods o le han quitado protagonismo en sus publicidades, motivados por el insaciable bombardeo mediático que llevan a cabo canales como E! Entertainment, quienes no dejan pasar un solo día de su noticiero para revelar nuevos detalles de la vida personal del golfista.
Y los problemas personales no sólo han dañado los contratos publicitarios del deportista, sino que la imagen de un profesional y hombres de familia ejemplar han quedado en el olvidado, y han pasado a transformarse en una visión de un hombre adicto al sexo, adúltero hasta decir basta y la más pura confirmación de que las apariencias engañan.
La condena a sus actos ha sido brutal, por la simple pero poderosa razón de que se trata de un hombre famoso, millonario y seguido por millones de personas, los mismos que lo criticaron hasta el cansancio por sus actos, los mismos que en más de una ocasión han cometido igual o peores errores que Woods, pero beneficiados por su anonimato, han “pecado” de manera impune, gozando de una inmunidad que les permite errar y criticar al mismo tiempo sin secuela alguna.
Son esas mismas personas que elevan a un pedestal a sus héroes y luego los acaban y más tarde lloran. ¿Otro ejemplo? El Rey del Pop, Michael Jackson, que en vida fue un verdadero ícono de la música y de la humanidad, pero en cuanto aparecieron rumores de pedofilia, la sociedad, sin comprobar dichos alegatos, hundió al autor de Billie Jean, transformándolo en su chisme favorito.
Tiger Woods, ¿héroe o villano? De un segundo a otro el cielo y el infierno tuvieron al quizás mejor deportista de la historia en su escenario, condenado por una sociedad que no se mira al espejo, que va donde “el sol calienta” y así como rápido admira, rápido condena.
Las apuestas de medios escritos, radio y televisión han ido más allá, sosteniendo que el deportista más millonario del mundo ha tenido cerca de nueve amantes y muchos encuentros casuales con prostitutas y con lo que ellos llaman, “damas de compañía”.
A ello se le suma una crisis con sus patrocinadores, quienes o han roto los lazos comerciales que mantenían con Woods o le han quitado protagonismo en sus publicidades, motivados por el insaciable bombardeo mediático que llevan a cabo canales como E! Entertainment, quienes no dejan pasar un solo día de su noticiero para revelar nuevos detalles de la vida personal del golfista.
Y los problemas personales no sólo han dañado los contratos publicitarios del deportista, sino que la imagen de un profesional y hombres de familia ejemplar han quedado en el olvidado, y han pasado a transformarse en una visión de un hombre adicto al sexo, adúltero hasta decir basta y la más pura confirmación de que las apariencias engañan.
La condena a sus actos ha sido brutal, por la simple pero poderosa razón de que se trata de un hombre famoso, millonario y seguido por millones de personas, los mismos que lo criticaron hasta el cansancio por sus actos, los mismos que en más de una ocasión han cometido igual o peores errores que Woods, pero beneficiados por su anonimato, han “pecado” de manera impune, gozando de una inmunidad que les permite errar y criticar al mismo tiempo sin secuela alguna.
Son esas mismas personas que elevan a un pedestal a sus héroes y luego los acaban y más tarde lloran. ¿Otro ejemplo? El Rey del Pop, Michael Jackson, que en vida fue un verdadero ícono de la música y de la humanidad, pero en cuanto aparecieron rumores de pedofilia, la sociedad, sin comprobar dichos alegatos, hundió al autor de Billie Jean, transformándolo en su chisme favorito.
Tiger Woods, ¿héroe o villano? De un segundo a otro el cielo y el infierno tuvieron al quizás mejor deportista de la historia en su escenario, condenado por una sociedad que no se mira al espejo, que va donde “el sol calienta” y así como rápido admira, rápido condena.
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