jueves, 20 de noviembre de 2008

El embarazo abunda donde reina la marginalidad


La pobreza es fuente inagotable de malas consecuencias para las familias que pertenecen o son clasificadas en dicho rango, que aunque muchas de ellas luchan cada día por darle una mejor vida a sus hijos por medio de la educación, la situación se hace insostenible para miles de padres, debido a la crisis económica que recrudece la realidad de los menos afortunados. Por otro lado, existen familias con poco interés por sacar a sus hijos de esa situación y llevarlos a una mejor vida a través de la educación, herramienta indispensable para todo el mundo, ya que es aquella arista de la vida, que llena a los jóvenes de aptitudes, valores y esperanza por un futuro mejor para ellos e incluso para sus familias.


Delincuencia, drogas y embarazos prematuros, son algunos de los problemas que abundan en estos barrios, con la excepción de que este último, conlleva consecuencias irrevocables, ya que se trata de una vida humana, en muchos casos una bendición, en otros, uno no deseado por padres que jamás fueron siquiera advertidos de los problemas y consecuencias de una vida sexual sin precauciones.


Nadie tiene el poder para cuestionar a mujeres y adolescentes en su determinación de tener hijos, a pesar de que muchos condenen a estas personas debido a su corta edad y peor situación económica para realizar dicha tarea. En muchos casos, sí es una decisión de las parejas de emprender esta responsabilidad, más allá de juzgar sus parámetros para decidir traer al mundo a un ser humano que merece las mejores condiciones para vivir y desarrollarse. Todo desemboca en la formación y educación, porque sin duda alguna, la gente con una cultura adecuada, siempre tomará la mejor determinación para su vida y la de su familia.


Según estudios recientes, en República Dominicana, “el siete por ciento de las adolescentes de 15 años está o ha estado embarazada alguna vez” y “El 41 por ciento de las adolescentes de 19 años está o ha estado embarazada alguna vez.” Estos datos, además de impactantes e inquietantes, nos sitúan en una realidad cruda, porque es un contexto inimaginable en niñas y mujeres de estratos sociales altos (salvo excepciones), ya que ellas sí cuentan con una base valórica y cultural tratada tanto en sus colegios (por escasa que sea) y en sus hogares, lo que les permite tener una vida de acuerdo a su edad, “quemando” etapas de manera que todo llegue a su debido tiempo en conjunto con el desenvolvimiento de sus actividades educacionales y profesionales. Lo opuesto sucede en los barrios marginales, donde la educación es un lujo que no se pueden dar, más aún, si el hambre y la violencia es un invitado constante en el diario vivir de miles de personas.


En la última década, el esfuerzo de autoridades de todos los sectores por detener los embarazos prematuros en jóvenes poco aptas para dicha actividad, ha surtido efecto, ya que el porcentaje de mujeres y niñas con este problema, ha descendido, pero de manera lenta, ya que no se han atacado los puntos frágiles de esta debacle, cómo es la educación sexual impartida en establecimientos y hogares de familias con escasos recursos. Es en esos polos, donde toda la energía debe enfocarse para al menos, darle la oportunidad a las niñas y mujeres de elegir entre una u otra vía de la vida, sin dejar de lado dicha campaña en barrios y sectores más acomodados, pero no exentos de problemas de esta naturaleza.


Es poca la valoración a las personas de barrios pobres, abunda la discriminación hacia ellos, y la marginación es el pan de cada día para personas y familias que son la clase obrera que mantiene a países y continentes de todo el mundo, pero que al mismo tiempo, son víctimas de una sociedad clasista, elitista y cerrada a gente con la misma capacidad que ellos, pero con una brecha de oportunidades espeluznante, la cual se convierte en una ocasión perfecta para que el “fantasma” de la delincuencia, de la droga y de embarazos no deseados, sobren en los barrios donde siempre falta la comida y donde nunca se sabe que va a pasar al día siguiente; lugares donde se sabe lo que es el sufrimiento, razón más suficiente para que todos, sin excepción, luchemos por ver crecer un país con igualdad y desarrollo; un país de ensueño, pero no imposible de lograr.

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