domingo, 18 de enero de 2009

La hora de la verdad


A pocas horas se encuentra Barack Obama de asumir la presidencia de los Estados Unidos. La cita histórica, a llevarse a cabo en el Capitolio en Washington, marcará el despegue definitivo del demócrata en busca de responder a la confianza de millones de norteamericanos e inmigrantes que le dieron su voto en busca del cambio que necesita el país norteamericano. El clima no es el mejor, ya que la crisis se agudiza con los días y los países contrarios a la hegemonía americana aumentan, lo que hace de Estados Unidos, blanco de críticas por su accionar en los últimos años, teniendo como principal argumento, el principio del fin de una potencia, lo que golpea fuertemente el ímpetu americano, ya que se trata de un país acostumbrado al poder y al status histórico que ha gozado desde que se alzó como el líder del capitalismo mundial.

La situación no es favorable para Obama, ya que toma el mando de la Casa Blanca en las peores condiciones posibles. Wall Street con números rojos, el empleo por las nubes, y el descontento interno y externo por las políticas públicas realizadas en los últimos 8 años por Bush, han desprestigiado a una nación entera, que ve ante sus ojos, no sólo el fin anunciado de su reinado mundial, sino que también, la inestabilidad micro y macro económica.

Debido a la situación hostil, desde el minuto en que se enteró que había derrotado a McCain en las urnas, Obama comenzó a trabajar pensando lo que serían sus primeros pasos y acciones una vez en el poder. Armó su gabinete, estructuró su equipo de trabajo e incluyó a personajes estratégicos con el objetivo de cumplir al menos, la mayoría de sus promesas. Sumado a su compañero de fórmula, Joseph Biden, está la senadora, Hillary Clinton, ex contrincante de Obama en las primarias, donde fue derrotada inapelablemente por el oriundo de Hawai. La ex primera dama, se unió al grupo de Obama, ya que a pesar de las diferencias ideológicas, es un hecho que pertenecen al mismo partido y ambos se han mostrado contrarios a la gestión republicana en los últimos años, evidenciando ganas y confianza en poder revertir la situación actual.

El 20 de enero del 2009 no sólo es una fecha emblemática para el pueblo de los Estados Unidos, sino que es sinónimo de esperanza e ilusión para América Latina, ya que de una forma u otra, la mayoría de los países, dependen de los norteamericanos. Desde ayuda económica para combatir la delincuencia y las drogas, como es el caso de República Dominicana, o la fuerte inversión realizada por empresas en las naciones del cono sur, son algunos de los beneficios que otorga el país norteamericano a sus vecinos. Ni hablar de los millones de inmigrantes, legales e ilegales, que habitan y trabajan en ese país, en busca de darle un mejor sustento a sus familias, oportunidad que no encontraron en su país de origen.

En ese sentido, Obama se ha mostrado favorable en buscar una solución viable y conveniente para inmigrantes y norteamericanos, ya que es productivo para Estados Unidos tener mano de obra extrajera, la cual ha sido uno de los principales artífices del crecimiento económico de ese país, que de todas formas se ha visto paleado por el derroche y la mala inversión monetaria en los últimos años.

La guerra de Irak ha sido un tema obligado en su campaña y sin duda, lo será durante su gestión, ya que el demócrata se esmeró en afirmar que sacará las tropas del medio oriente en 16 meses, plazo escaso si se toma en cuenta que las fuerzas militares se encuentran en dicho país desde marzo del 2003, con más derrotas que victorias y con un número de muertes sólo comparado con las pérdidas humanas en Vietnam. Una vez más, tendrá que cargar con la pesada mochila que deja Bush tras 8 años de gestión reprobables.

Sin más palabras, y con la promesa de actuar para sacar a Estados Unidos de la crisis más prolongada y aguda de la historia, el primer presidente de origen africano, se enrola la “jineta” de presidente, un poder de doble filo, que lo puede dejar en la historia como un fracaso más, o como la luz de esperanza que iluminó un camino que parecía más oscuro que nunca. El tiempo dirá.

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