La captura de José David Figueroa Agosto captó la atención de la opinión pública de este fin de semana, sobre todo por la expectación que existía en torno a la cara visible de un mundo más confuso que concreto, un escenario que muchos reniegan y pocos salen a la luz sin haber sufrido las consecuencias.
¿En qué cambia esto la crítica situación? En nada. Es un respiro para las autoridades tanto nacionales como internacionales, sobre todo luego del nefasto caso de Sobeida Félix Morel, pero no otorga créditos para una solución a largo plazo en materia de tráfico de drogas, y así lo demuestra la historia.
Un claro ejemplo es el mítico traficante y capo de la droga Frank Lucas, un hombre de origen humilde que salió de los barrios neoyorquinos de los años sesenta para irrumpir de manera violenta en el mercado con una cocaína más poderosa y atractivamente más barata. Su apresamiento, años después, no detuvo en lo más mínimo la mafia y el elevado consumo de todo tipo de drogas, un precedente que se retoma en la actualidad.
Agosto deberá responder por los asesinatos que se le imputan, la falsificación de documentos y dinero y por supuesto, por el tráfico de drogas, pero no olvidemos que es sólo la cara visible de un “inframundo” plagado de nombres que ya preparan las maletas para salir antes de que la bomba estalle y sus iniciales aparezcan en las portadas de diarios y noticieros, una puerta giratoria que comienza en la entrada de la “justicia” y termina en las calles, donde los resultados de una condena poco y nada inciden en la tendencia drogadicta de esta sociedad.
Sobeida sigue prófuga, y es probable que no aparezca en el corto plazo. ¿Cuántos más hay por ahí? Difícil decirlo y casi imposible descubrirlo. Por ahí dicen que la droga mueve economías, permite la subsistencia de la sociedad y que sus líderes son tan cuidados como rechazados, pero esas, son sólo conjeturas.
¿En qué cambia esto la crítica situación? En nada. Es un respiro para las autoridades tanto nacionales como internacionales, sobre todo luego del nefasto caso de Sobeida Félix Morel, pero no otorga créditos para una solución a largo plazo en materia de tráfico de drogas, y así lo demuestra la historia.
Un claro ejemplo es el mítico traficante y capo de la droga Frank Lucas, un hombre de origen humilde que salió de los barrios neoyorquinos de los años sesenta para irrumpir de manera violenta en el mercado con una cocaína más poderosa y atractivamente más barata. Su apresamiento, años después, no detuvo en lo más mínimo la mafia y el elevado consumo de todo tipo de drogas, un precedente que se retoma en la actualidad.
Agosto deberá responder por los asesinatos que se le imputan, la falsificación de documentos y dinero y por supuesto, por el tráfico de drogas, pero no olvidemos que es sólo la cara visible de un “inframundo” plagado de nombres que ya preparan las maletas para salir antes de que la bomba estalle y sus iniciales aparezcan en las portadas de diarios y noticieros, una puerta giratoria que comienza en la entrada de la “justicia” y termina en las calles, donde los resultados de una condena poco y nada inciden en la tendencia drogadicta de esta sociedad.
Sobeida sigue prófuga, y es probable que no aparezca en el corto plazo. ¿Cuántos más hay por ahí? Difícil decirlo y casi imposible descubrirlo. Por ahí dicen que la droga mueve economías, permite la subsistencia de la sociedad y que sus líderes son tan cuidados como rechazados, pero esas, son sólo conjeturas.
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