El retrasado aviso de la Armada de Chile por el inminente tsunami, la acción poco convincente de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) ante la catástrofe, y la falta de decisión de Michelle Bachelet y sus ministros, provocaron un caos absoluto en las zonas afectadas por el maremoto del pasado 27 de febrero.
Los saqueos en supermercados y farmacias, fueron consecuencia de la falta de manejo de una crisis de esa envergadura, ya que lo que se debió hacer, no se hizo, y en cambio, se esperó a que la situación volviera a la calma, cuando la ayuda internacional debió llegar rápidamente y los militares debieron estar en las calles resguardando el orden y la integridad de la población.
Tanto la Derecha como la Concertación hicieron un llamado a la unidad nacional, en tiempos en que el país necesita de la cooperación de toda su población para sobrellevar el difícil momento por el que atraviesa, aunque no buscar culpables resultaría una irresponsabilidad mayúscula, mucho más si la gente que fue inepta y no supo actuar se mantiene al margen, y no asume su culpabilidad en medio de la tragedia que significó la verdadera “película de terror” que vivieron habitantes de toda la región del Bío-Bío y del Maule.
España, Estados Unidos y Perú, entre otras naciones, ofrecieron inmediatamente su ayuda, aunque desde el representante de Chile en la ONU, Heraldo Muñoz, hasta el ministro del interior, Edmundo Pérez Yoma, no dudaron en decir que la asistencia no era necesaria y que Chile estaba preparado para este tipo de eventos. En los días posteriores, sus opiniones debieron cambiar drásticamente o simplemente callar para evitar otra semejante estupidez.
Una bofetada más fea que el propio terremoto es la falta de respeto y prudencia de la que hizo gala el gobierno, que demoró tres días en pedir asistencia internacional, horas para decretar Estado de Catástrofe, y muchas más para hacer llegar la ayuda estrictamente necesaria para la gente que tanto lo necesitaba.
Para rematar: la encuesta revelada por Adimark, que le otorga un intacto 84 por ciento de aprobación a la presidenta Michelle Bachelet y un 75 por ciento al gabinete, parecen poco veraces, sobre todo viniendo de personas que optaron por decir que no necesitaban ayuda internacional, que las muertes no subirían más allá de la decena y que el abastecimiento estaba garantizado. Como si creyeran que la gente fuera tan ingenua y tonta para no entender que es la peor catástrofe en décadas.
Errar es humano, reconocerlo, parece ser, de otro mundo.
Los saqueos en supermercados y farmacias, fueron consecuencia de la falta de manejo de una crisis de esa envergadura, ya que lo que se debió hacer, no se hizo, y en cambio, se esperó a que la situación volviera a la calma, cuando la ayuda internacional debió llegar rápidamente y los militares debieron estar en las calles resguardando el orden y la integridad de la población.
Tanto la Derecha como la Concertación hicieron un llamado a la unidad nacional, en tiempos en que el país necesita de la cooperación de toda su población para sobrellevar el difícil momento por el que atraviesa, aunque no buscar culpables resultaría una irresponsabilidad mayúscula, mucho más si la gente que fue inepta y no supo actuar se mantiene al margen, y no asume su culpabilidad en medio de la tragedia que significó la verdadera “película de terror” que vivieron habitantes de toda la región del Bío-Bío y del Maule.
España, Estados Unidos y Perú, entre otras naciones, ofrecieron inmediatamente su ayuda, aunque desde el representante de Chile en la ONU, Heraldo Muñoz, hasta el ministro del interior, Edmundo Pérez Yoma, no dudaron en decir que la asistencia no era necesaria y que Chile estaba preparado para este tipo de eventos. En los días posteriores, sus opiniones debieron cambiar drásticamente o simplemente callar para evitar otra semejante estupidez.
Una bofetada más fea que el propio terremoto es la falta de respeto y prudencia de la que hizo gala el gobierno, que demoró tres días en pedir asistencia internacional, horas para decretar Estado de Catástrofe, y muchas más para hacer llegar la ayuda estrictamente necesaria para la gente que tanto lo necesitaba.
Para rematar: la encuesta revelada por Adimark, que le otorga un intacto 84 por ciento de aprobación a la presidenta Michelle Bachelet y un 75 por ciento al gabinete, parecen poco veraces, sobre todo viniendo de personas que optaron por decir que no necesitaban ayuda internacional, que las muertes no subirían más allá de la decena y que el abastecimiento estaba garantizado. Como si creyeran que la gente fuera tan ingenua y tonta para no entender que es la peor catástrofe en décadas.
Errar es humano, reconocerlo, parece ser, de otro mundo.
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