domingo, 17 de enero de 2010

20 años de Concertación llegan a su fin y Piñera tiene la palabra


Pasadas las 6 de la tarde la suerte ya estaba echada. El aspirante conservador de la Derecha, Sebastián Piñera había obtenido más del 50 por ciento de los votos con más del 60 por ciento de las mesas escrutadas, dejando en nada las aspiraciones del candidato del oficialismo, Eduardo Frei, que rozó el 49 por ciento de las votaciones.

Las reacciones no se hicieron esperar y el mismo ex presidente Frei salió a reconocer su derrota, aunque aseguró que “esto es sólo un alto en el camino”, mientras que el resto de los integrantes de la Concertación tuvieron palabras de elogio hacia el hijo del ex presidente Frei Montalva, y mensajes de buenos deseos al nuevo mandatario chileno, Sebastián Piñera.

Con la victoria – más holgada que estrecha como muchos indicaron en un principio – llegaron a su fin 20 años del poder por parte de la izquierda, desde que se reinstaurara la democracia en el país tras 17 años del gobierno militar (o de dictadura, como usted mejor prefiera), con representantes que lograron permanecer en la Moneda hasta dónde más se estirara la desgastada Concertación, que ahora deberá rearmar sus piezas y volver al ataque en el 2014.

En el comando de Piñera, la fiesta comenzó desde temprano cuando la radio Bío Bío y la Universidad Católica de Chile le daban las preferencias al empresario, con estimaciones que prácticamente igualaron el 51,61 por ciento de Piñera y el 48,38 de Frei, porcentajes que hablaron por sí solos, dejando nada más que palabras de reconocimiento de una derrota inapelable y un claro mensaje a la derecha para que el diálogo se mantenga y el progreso como nación siga su curso.

Sebastián Piñera tiene la palabra, el asiento más importante de Chile y la oportunidad de concretar la mayoría de sus pretensiones, porque como nuevo presidente de la nación en la celebración de su bicentenario, no son fáciles los desafíos que se avecinan ni mucho menos será la avalancha que se aproxima de la izquierda, que deberán ser oposición, algo a lo que no estaban acostumbrados desde que Pinochet dejó el cargo de presidente, hace más de 20 años.

viernes, 15 de enero de 2010

Una oportunidad en medio del caos


Fotografías elocuentes, relatos estremecedores y datos escalofriantes son los que se transmiten a través de los medios de comunicación para todo el mundo, provocando la conmoción y las ganas de contribuir en la gente y por supuesto (así debe ser) en los gobiernos de muchos países, que ya enviaron su ayuda con un mensaje claro de que Haití no está solo en un momento tan catastrófico como el actual.

En medio de los escombros, de cadáveres aplastados, de gritos de impotencia y del ambiente de desesperanza absoluta que reina en las calles de Puerto Príncipe, surge una oportunidad única que no puede dejarse de lado. Es el caos el que provocó que el mundo se identificara con la otra mitad de la isla la Hispaniola y fuera la prioridad número uno de personas, grupos y naciones, que comienzan a entender, la gravedad de la crisis haitiana y cómo esa precariedad, gatilló la muerte de cientos de miles de personas en el terremoto más devastador en dos siglos.






El renacer total de un pueblo es necesario cuando ha vuelto a ser ceniza y destrucción, y Haití, ya tocó el trasfondo del hoyo más crítico de América Latina, ganándose la atención absoluta y consistente de un planeta entero, que sabe que debe actuar y rápido. Por ello, es necesario un proyecto, no sólo de solidaridad y de contribución de los productos básicos que una persona necesita para subsistir, sino que también debe existir una visión global, de restauración total, de hacer que el país que hoy se encuentra minusválido, vuelva a caminar, a correr, a desarrollarse, a lograr lo que no habría de lograr jamás si no hubiese ocurrido un terremoto de esas características.

Alemania, Estados Unidos, Francia, República Dominicana, Venezuela, Brasil, Chile, y tantos otros se han mostrado consternados por lo ocurrido y han enviado con bastante rapidez su ayuda correspondiente, temiendo por la seguridad de Haití y las vidas perdidas, por la salubridad y la crisis de ese carácter que está por comenzar debido a la falta de agua potable, comida y medicamentos. Pero también hace falta esperanza, ayuda desinteresada, amor, comprensión y proyección, tratando por todos los medios de devolver la ilusión perdida a los ojos de un pueblo devastado, dolido, que ha sufrido lo que muchos no alcanzan a imaginar, pero que siguen peleando por los suyos, sacando a sus familiares de los escombros, mientras los gritos penetrantes llenos de impotencia se adueñan del silencio más aterrador de las calles de Puerto Príncipe.

El temor debe ser derrotado, la esperanza debe ser sentada, y el trabajo en conjunto, exento de divisiones, peleas y diferencias políticas, permitirán que Haití crezca, se haga más fuerte y vuele como el ave fénix que muchos esperan que se convierta, en la nueva hazaña de la humanidad, en el resultado del momento cuando el mundo se unió y sanó a sus hermanos, sanó a su tierra, sanó a su hogar.

Con mucho dolor, pero esperanza e ímpetu, le mando un abrazo enorme a cada ser humano que sufrió de alguna manera la devastadora experiencia de sufrir el embate de la fuerza de la naturaleza. Saldrán a flote, eso es seguro.